Todos los médicos tenemos un sueño profesional, ser especialista, y como estoy de vacaciones y tengo tiempo quisiera comentar lo siguiente. Estoy cumpliendo 20 años de haber recibido mi título de urólogo por la UNAM en este momento, imaginaba cómo sería inicialmente mi vida dentro de la especialidad reflejándole en mis maestros pero se quedó corta en relación a lo que me ha tocado vivir y todo lo que he recibido de la profesión.
Durante estas dos décadas, he tenido el privilegio de presenciar momentos de gran valor humano. Los pacientes dejan huella y me recuerdan la importancia de la empatía y la compasión en mi trabajo. Su dolor y sufrimiento se convirtieron en mi motivación para mejorar cada día y ofrecerles el mejor cuidado posible.
La cirugía urológica es un campo en constante evolución. He sido testigo de los avances tecnológicos y científicos que han revolucionado nuestra práctica. Desde el desarrollo de técnicas mínimamente invasivas hasta la implementación de la robótica en la cirugía, estos progresos nos han permitido ofrecer a nuestros pacientes resultados más eficaces y menos invasivos.
Sin embargo, más allá de la innovación tecnológica, me he dado cuenta de que el factor más importante es el factor humano. Detrás de cada caso hay una persona con sueños, temores y esperanzas. Es el deber del médico tratar a cada paciente con dignidad y respeto, brindándoles el apoyo que necesitan en su camino hacia la recuperación y casi siempre lo he logrado y lo siento en el agradecimiento de la inmensa mayoría de la gente que he tenido el privilegio de atender.
Durante estos años, también he aprendido a valorar la importancia del trabajo en equipo. La colaboración con otros especialistas y profesionales de la salud es esencial para ofrecer una atención integral y de calidad, la comunicación fluida y la confianza mutua son clave para lograr resultados exitosos y satisfactorios para nuestros pacientes.
A lo largo de mi carrera, he experimentado momentos de alegría y otros de tristeza. He celebrado junto a mis pacientes los éxitos y he sufrido con ellos los momentos complicados, como se sufre de verdad, no hay mayor circunstancia para aterrizar al médico cuando anda en las nubes que un paciente complicado. Cada experiencia me ha recordado la fragilidad de la vida, he sentido la impotencia de lo inevitable y he aprendido la importancia de valorar cada día.
A medida que avanzo en mi trayectoria como cirujano urólogo tengo claro que mi compromiso es estar siempre en constante aprendizaje. La medicina no es una ciencia exacta, y hay mucho por descubrir y comprender. Aspiro a seguir formándome y actualizándome para poder ofrecer a mis pacientes lo mejor de mí mismo.
Estoy agradecido por cada paciente que ha confiado en mí y por cada historia que he tenido el privilegio de ser parte, ha habido reveses por supuesto, nadie puede ser santo de devoción de todo el mundo, quien lo es? Pero siempre tengo la voluntad de ayudar al que busca mis servicios.
Y así, con gratitud en mi corazón, continúo en esta maravillosa travesía que es la medicina consciente de que cada día es un regalo y una oportunidad para hacer una diferencia positiva en la vida de las personas.
Gracias a mi familia que siempre me apoya, a mi esposa e hijos a quien he quitado tiempo para cumplir mi deber profesional, los quiero demasiado y son la razón de mi vida.